Parkinson

La enfermedad del Parkinson es un trastorno degenerativo de evolución progresiva. De etiología desconocida que afecta tanto a hombres como mujeres  y en un 70% de los casos se da en mayores de 65 años. Aunque no es una enfermedad exclusiva de personas de edad avanzada ya que un 30% son menores de 65 años.

Esta enfermedad debe diferenciarse del síndrome parkinsioniano, el cual es un grupo de alteraciones que cursa con los síntomas y signos característicos del Parkinson pero de forma secundaria a una enfermedad neurológica o a una interacción entre varios fármacos.

Tanto la enfermedad del Parkinson como el síndrome parkinsioniano se debe a una alteración del sistema extrapiramidal. Se produce una degeneración de las células que sintetizan dopamina en la sustancia negra provocando un desequilibrio entre los sistemas colinérgicos y dopaminérgicos. Desequilibrio a favor de la acción excitadora, provocando así el mal del Parkinson.

En ambas encontramos una seria de trastornos que se caracteriza por:

  • Temblor en las manos, los brazos, las piernas, la mandíbula y la cara
  • Rigidez en los brazos, las piernas y el tronco
  • Alteración del movimiento voluntario
  • Alteración de la postura y equilibrio

A medida que los síntomas empeoran, las personas con la enfermedad pueden tener dificultades para caminar o hacer labores simples. También pueden tener problemas como depresión, trastornos del sueño, o dificultades para masticar, tragar o hablar.

A pesar de todos los avances de la neurología, hoy en día se desconoce la etiología o causa de la enfermedad de Parkinson, por lo que también se desconoce cómo prevenirla. Afecta tanto a hombres como a mujeres, y más del 70 por ciento de las personas diagnosticadas de párkinson supera los 65 años de edad. Sin embargo, no es una enfermedad exclusivamente de personas de edad avanzada.

Aunque el párkinson es una patología progresiva, con la medicación antiparkinsoniana adecuada a cada caso y las terapias de rehabilitación complementarias, se puede frenar el ritmo de avance (velocidad) y la intensidad (molestia) de los síntomas razonablemente. El tratamiento debe de ser multidisciplinar enfocado a cada estadio de la enfermedad en el que se encuentre el afectado. Gracias a los tratamientos la calidad de vida cotidiana puede ser satisfactoria durante muchos años.

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