Se entiende por “Ataxia” el trastorno caracterizado por la disminución de la capacidad de coordinar los movimientos, manifestándose como temblor de partes del cuerpo durante la realización de movimientos voluntarios, como dificultad para realizar movimientos precisos o como dificultad para mantener el equilibrio de la postura corporal.
La mayoría de las ataxias son progresivas, pueden comenzar con un ligero sentimiento de falta de equilibrio al caminar (“marcha ebria”) y acabar siendo altamente invalidantes. No obstante, el grado de progresión, aparte de ser diferente para cada tipo de ataxia, depende de muchos otros factores, genéticos, ambientales y personales.
Existen más de 200 tipos de ataxia, tanto hereditarias como no hereditarias, que comparten una característica común: la alteración de la coordinación de movimientos; los principales síntomas son: alteración de la marcha, con alteración del equilibrio o de la coordinación de las extremidades, dismetría, hipotonía y trastorno del habla (disartria, palabra escandida).
Los síntomas comienzan comúnmente entre los 5 y 15 años, pero en raras ocasiones pueden aparecer tan pronto como a los 18 meses o tan tarde como a los 30 años de edad.
Al igual que muchas enfermedades degenerativas del sistema nervioso, actualmente no hay una cura eficaz o tratamiento; la terapia física puede ayudar a mejorar el uso de brazos y piernas y la coordinación.